jueves, 16 de agosto de 2012

El asesino del bléiser azul


El asesino del blazer azul

Bajó del tren sudando. No llevaba ropa en exceso así que supuse que se encontraba en una situación algo incomoda. Pero claro que iba a hacer yo, un simple guardia de calle. En ese instante de desprecio hacia mi trabajo, tuve la impulsiva idea de seguir a este individuo. Le dije a mi colega situado en la esquina siguiente que me haga de campana por si ocurría algún disturbio mientras no estaba.

Por varios minutos lo busqué en toda la cuadra. Mi cuadra, en la calle Creems, de un pueblo situado en Chicago, preguntando a los civiles si lo habían visto, pero nadie supo darme paraje de aquel alto y corpulento hombre. Luego de mi frustrada persecución y tras reprocharme la estúpida idea de querer perseguir a una persona que quizás solo estaba acalorada, me dirigí al baño resignando la búsqueda. Mientras lavaba mi cara noté que en el interior del segundocompartimento una escalofriante escena habia sido llevada a cabo. Aqui encontraba la parte inferior de un cuerpo humano. Si, pero sin rastros de sangre ya que el atacante lo había dejado aquí inteligentemente para limpiar todas sus huellas con el agua que corría debido a las rotas tuberías situadas en el compartimento. Inmediatamente llamé a la policía, los que como hormigas invadieron la calle pero sin encontrar rastro alguno del autor de semejante atrocidad.

Luego de varias semanas de ardua investigación la policía dio por perdido el caso, y ningún otro hecho sobrenatural como el de aquella tarde de abril se nos había presentado. Fue entonces cuando volví a ver ese extraño hombre que otra vez se encontraba muy apresurado. Intentando anticiparme a los hechos me dirigí cuanto antes al baño y desfondé mi barrote de seguridad. Mientras me encontraba casi temblando detrás de la puerta del baño, se sintió de fondo un grito de espanto y horror. Aun más rápido de lo que había llegado, salí del baño y me encontré con una multitud que intentaba observar algo en un local. Escurriéndome entre la curiosa gente pude arribar al lugar de donde provino aquel estruendoso grito. Al llegar al lugar de los hechos note que se trataba de un gimnasio matutino situado justo al lado del baño donde me encontraba. Allí se encontraba situada la infernal figura que describía otro atroz asesinato. Ocultado por las mancuernas de 20 kg se encontraban los brazos de un cuerpo humano que al parecer coincidían con la oarte inferior encontrada algunas semanas atrás en el baño público. Fue aquí cuando en mi cabeza se hizo una laguna de preguntas y respuestas que no llevaban a ningún lado. En mi mente no podría descifrar como actuaba el asesino y porque cambiaba de escenario.

Luego de varias semanas sin hallar rasgos, la policía no cerró el caso debido al miedo a un nuevo hallazgo pero si dejo de insistir tras la frustración que astutamente el asesino había logrado en la policía. No obstante yo seguí sin bajar mi guarda, más aun cuando la policía sí lo hizo. Cabe explicar que deduje que el asesino actuaria una vez apaciguadas las aguas. Y para corroborar mi teoría a lo lejos divise el sombrero y el blazer del hombre quien para mi seria el primordial sospechoso. Aquel que siempre se encontraba un tanto apresurado, tal como en esta ocasión. Rápidamente puse en funcionamiento las dos cámaras de seguridad que audazmente coloqué tanto en el baño como en el gimnasio. Solo era cuestión de descubrir donde iba a proceder a dejar el siguiente “paquete” este misterioso asesino, y atraparlo. Allí estaba nuevamente en el baño, si bien su torso no se distinguía ese sombrero era inconfundible. Casi como un fondista de los juegos olímpicos, llegue a baño fugazmente siempre con mi garrote en mano procedí a detener al hombre. Tras sacarle el sombrero y verlo personalmente reconocí que su conjetura física no se parecía en nada con el de mi objetivo.

 Fue entonces cuando volví a escuchar ese sonido que paralizó mi cuerpo por completo. Otro desgarrador grito hizo que mis entrañas se retorcieran de ira e impotencia. Esta vez había sido en el centro de depilación que se encontraba justo al lado del gimnasio matutino donde había sido descubierto el último crimen. Aquí yacía tan solo el torso de la misma persona ejecutada anteriormente totalmente desnudo pero como era común en el asesino totalmente limpio y sin rastros de nada. Interrogué a la recepcionista del complejo y me afirmó haber visto a un hombre de blazer azul y gorro color frappé. Ya sabía quién era el culpable pero no lo informé a la policía debido a que “el hombre del blazer”, así catalogué al asesino, actuaría solo cuando la policía no estuviese cerca.

Luego de varias semanas una vez finalizado el tercer operativo en menos de tres meses llego la hora de atrapar al asesino. Sabía dónde iba a atacar o mejor dicho donde dejaría la ultima parte del cuerpo que le restaba. Era en la cafetería, era totalmente lógico y comprensible y tengo que admitir que me sentí un tanto estúpido al no haberlo descifrado antes. Días antes me senté a reflexionar y a leer libros sobre asesinatos. Estos describían que los asesinos en serie, suelen atacar por un objetivo común o por un lugar común de los hechos. Y además nunca terminan un trabajo por la mitad por más tiempo que les lleve. Fue entonces cuando navegando en el mar de mis pensamientos me percaté de que los trozos de cuerpo fueron encontrados en locales que se encuentran de manera consecutiva es decir uno al lado del otro. En ese momento descubrí la manera de atrapar al asesino. Me encontraba muy nervioso, sabía que me iba a encontrar con una persona sumamente peligrosa quien podía estar dispuesto a cualquier cosa para cumplir su objetivo. Pero no podía acobardarme ahora. Ya tenía el caso en mis manos. Así que inflé mi pecho de valentía y espere el momento en que el hombre del blazer apareciera.

Allí estaba Por fin había llegado la hora. Luego de varios vistazos al bléiser azul y asegurándome de que era él para no cometer nuevamente el mismo error, salí disparado para la cafetería. Una vez en la entrada una adolecente me dio uno de esos papeles de publicidad incoloros que mencionan los locales situados en la calle, los que suelo tirar. Sin embargo en un acto de solidaridad, lo guardé en mi bolsillo y espere sentado pasivamente pero siempre con la mano en el mango de mi bastón. Ordene algo para tomar como para disimular la escena y no escandalizar demasiado a la gente. También tome la decisión de ponerme a escribir algo para lograr mayor discreción. Fue allí cuando saque un bolígrafo y el papel que aquella dulce puberta me había entregado tan amablemente. Por esas casualidades de la vida leí minuciosamente los locales auspiciados en la publicidad y fue en ese instante que mi cara tomo un color totalmente pálido. Mis pulsaciones aumentaron increíblemente. Mis manos tiritaron por unos segundos. Todo eso debido a que él me había superado una vez mas. Esta vez sería la ultima y definitiva ya que su trabajo estaría terminado. La publicidad marcaba cada uno del lugar de los hechos primero el baño público donde dejo la parte inferior del cuerpo humano. Lógicamente donde más usarían sus partes inferiores las personas. Segundo los brazos, en el gimnasio claro factor de que las mancuernas señalaban que el local se veía totalmente relacionado con las extremidades y por último el torso totalmente depilado en el centro de depilación. Cada parte del cuerpo fue encontrada en su local correspondiente
Misterioso retrato retro hombre Foto de archivo - 5660719

Así mis ojos se llenaron de lágrimas al saber que la última parte del cuerpo que faltaba era la cabeza. Consecuentemente oí lo que ya era un rutinario grito en mi cabeza. La decepción invadió mi cuerpo, pero no me sentía ajena a ella ya que la había sentido en anteriores ocasiones. Era un grito demoníaco que provenía de la peluquería de en frente.   


Martin Mendez .

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