Autodestrucción
Aquí voy nuevamente.
Tratando de desahogarme con un trozo de papel. Como no hacerlo, si es el único
que puede entender mis dolencias. El único capaz de escuchar mis mudos gritos
de dolor. El único capaz de quitarme estas toneladas de tristeza y
remordimiento que cuelga de mis hombros. Tanto le debo a este trozo de papel
que me veo en la situación de acudir a él una vez más.
Mi nombre es James Howard,
tengo 36 años aunque debido a mi adicción a las drogas y al tabaco luzco una
década más grande. Sé que no es la vida que desee pero saben cómo es esto, uno
entra y luego no hay forma de salir. Lo único que me queda es mi música y esto.
La escritura es lo que calma mis ganas de dejar las drogas. Me gano la vida
cantando en distintas calles. Aunque sé que mi música no vale nada. Lo único
que ellos tienen es lástima. Lástima de mi crítico estado drogadicto. Lo peor
de todo esto es que no pienso cambiar mi forma de ser. Mi vida ya está perdida.
Perdida desde aquel día en el que hice negocios con aquel vendedor y me dijo “disfrútala
hijo”. Maldito desgraciado, arruino mi vida. Sin embargo es mi mejor amigo.
Mi vida no pasa por más que
esas tres cosas. La música, la escritura y lastimosamente la droga. Mi vida que quien sabe cuanto llegue a durar.
Quizás muera mañana o viva unos cuatrocientos años. Quien sabe me pueda
recomponer de mi estado crítico o me haga más adicto aun. Lo único que pido es
volver a ser adolescente, para poder recomponer todos mis errores. Para no
quemar mi dinero en efectivos métodos de autodestrucción. Por lo menos no joder la vida de los demás, porque al fin y al cabo todo mi entorno sufre mis
defectos, mis errores, mis adicciones. Quisiera poder tener una mujer a mi
lado. Y quien dice uno o dos baroncitos. Ponerme loco cuando mi hija me traiga
su novio, si la tuviera. Hay tantas cosas que quisiera hacer. Pero sé que no
puedo darme el gusto. Ya mucha gente sufre a costa mía, no pienso seguir
dándole el gusto a la maldita droga.
Aquí viene devuelta. Está
atacando mis neuronas. Ya hace dos horas consumí el último cigarrillo. Desde el
sábado que no me inyecto, y hoy es Martes. Ni se imaginan lo que es eso para
mí. Todo un record. Estas desesperadas ganas ya no puedo aguantarlas. Debo
dejarte papel, debo ir a auto complacer mi deseos. Debo ir a restarle
minutos a mi vida. Todo esto pasa por mi mente. Y la de cualquier adicto. Pero
te prometo que volveré, ya que es al único que puedo contarle mis horrorosos
gustos sin que me critique. Para seguir relatando mi autodestrucción.
(Luchemos por darle una
mejor vida a la humanidad. Ayudemos a nuestro futuro. No luches contra una
buena vida con drogas. Lucha contra las drogas con una buena vida.
Terminemos con toda esta basura y con quienes la causan. Todas las vidas valen
la pena.)
Martin Mendez .
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