martes, 9 de abril de 2013

Necesaria Venganza


Necesaria Venganza

La fisionomía de la mujer siempre fue muy diferente a la del hombre. Por más que Miguel Ángel la haya deformado su figura por su retorcida visión a la hora de sus obras. Es por eso que no comparto gusto con este famoso artista. Nunca se va a terminar de analizar en su totalidad lo que comprende la cabeza del hombre. Es un mundo inmenso y totalmente interesante, con una complejidad tal que nunca va a poder terminar de estudiarse. Nunca se ha de comprender el porqué de ciertos actos Yo no tendría que contarles sobre esta historia que en segundos narraré, ni siquiera debería saber sobre la misma.
   Dos semanas atrás. Comencé mi día de rutina, pensando que iba a hacer ordinario como cualquier otro. Me encontraba en mi oficina, cabe destacar que soy gerente en una de las sedes del prestigioso banco HSBC. Me comentaron que una joven de tan solo 20 años sería protagonista de una pasantía otorgada por el banco cada comienzo de mes, y de ser buena su labor sería tenida en cuenta para brindarle un puesto de trabajo. Por otro lado también contaba con la ventaja de que David Powell uno de los empleados con quien nunca tuve mucho contacto había renunciado, al parecer, o según lo que quiso expresarme que estaba cansado de tener que ganarse la vida. Noté un tono maquiavélico en su forma de expresarse pero absurdamente dejé que se vaya.  Elizabeth Krauwner, así se llamaba la jovencilla llego un jueves por la mañana con su espirituosa cara que ponía una pizca de color a la rigidez usual de un banco. En seguida proseguí a indicarle las tareas que debía cumplir y al tener buen aspecto tuve consideración y d una persona generosa a otra le comenté en que sería evaluada, para que ella ponga mayor ímpetu en ello. Le deseé la mejor de las suertes y me marché porque tenía muchas cosas que hacer aquel día.
    Al pasar de los días todo concurría con naturalidad. Al parecer los concejos que le había dado ella los estaba aprovechando al máximo. Los más íntimos socios del banco me habían felicitado por la nueva incorporación, haciéndome hincapié en que que hoy en día la juventud se encuentra en un proceso degenerativo y que un ejemplar totalmente opuesto es muy difícil de encontrar. Fue así como la idea de contratarla se hacía cada vez más tentadora. Hasta que las cosas comenzaron a cambiar…..
   Luego de tres semanas de la pasantía, comencé a notar un cambio de aspecto en su persona pero la pasé por alto pensando que ella se había dado cuenta de que estaba haciendo bien las cosas entonces había tomado un carácter más formal sintiéndose parte ya del banco. Fue luego de ese tiempo que me decidí a observar su curriculum. Como era de esperar sus calificaciones eran excelentes, el mejor promedio de su clase, los profesores destacaban su desarrollo intelectual, su estado civil era comprometida aunque no brindaba más datos de su futuro esposo.
   Una vez finalizada la pasantía le comuniqué que había obtenido un puesto de trabajo  que sería un placer tenerla como integrante del cuerpo de profesionales en nuestra sucursal. Ella con una sonrisa ínfima como de alguien que se ve obligado a sonreír porque la situación la obliga. Pero se notaba  no se sentía bien y que aquella sonrisa era forzada. Este extraño comportamiento se repitió durante todo el primer mes de trabajo. Cada logro que ella conseguía, era menospreciado y tomado sin importancia por la joven. Hasta que un día me decidí  a cuestionarle aquella actitud. La cite a mi oficina y trate de ser lo menos riguroso posible porque quizás se trataba de una cuestión intima. Es más, según ella así se trataba asique deje de indagar y le di renda suelta a la situación.
   Luego de varios días de analizar su evolución y ver que no progresaba, decidir a fondo con su situación y comenzar a investigar. Primero fui a sus padres  y a sus familiares más cercanos quienes aseguraron de no saber sobre algún conflicto que la afectara. Fue en ese momento donde comprendí que su situación emocional estaba estorbando sus extraordinarias facultades. Era entendible que si estaba pasando por un mal momento en su pareja ella había de estar con una autoestima muy baja. Porque el amor es así, puede dejarte tirado cuando estas en el mejor momento de tu carrera.
    Fue pasando el tiempo. Cuando comenzaba a acostumbrarme al cambio de carácter de la joven, fue mi atroz descubrimiento. Por casualidad coincidimos en el sector de sellado y fue allí donde sin querer choqué con ella tirándole todos sus papeles. Fue allí cuando, mi cuerpo se paralizó por un instante. Sentía que mi corazón palpitaba cada vez más rápido y fuerte, y que en cualquier momento ella podría escucharlo. Mi horror se vio resaltado repentinamente cuando note debajo de las mangas de su camisa, una serie de moretones, magulladuras y rasgos de violencia yacían en sus brazos. En ese mismo instante comprendí el cambio de su vestimenta, los pantalones largos, las camisas con mangas y sacos que no se sacaba aun las altas temperaturas del día.
    En ese preciso día al salir del trabajo, la seguí con mi auto y como era de esperar ella se encontró con un hombre. Al parecer era su novio ya que lo beso en la boca con total naturalidad, pero el individuo se encontraba muy tapado entre un gorro y una bufanda que llevaba puesto debido a las bajas temperaturas. Les anduve atrás durante una hora y media hasta que por fin se introdujeron a una vivienda. Allí esperé hasta que por fin, por la misma puerta vi salir a la rubi< señorita llorando desconsolada y con sangre brotando de una de sus mejillas. Inmediatamente me arrime con el auto y casi obligándola subió.
    Esa noche le brindé hospedaje en mi casa, advirtiendo a sus familiares que no esperasen su llegada. Una vez cara a cara, pedí explicaciones en un tono leve para no dramatizar más aun la situación. Ella me explicó que el causante de todo el daño corporal que ella tenía era provocado por su novio. Si es que se lo puede denominar novio. Él la obligaba a estar con ella amenazándola con que iba a matar a toda su familia si no lo hacía. También confesó haber estado totalmente enamorada de él. Los maquiavélicos planes del repugnante individuo fueron convencerla de tomar la pasantía consiente de que había un noventa por ciento de que ella consiga el puesto. Y así ella es como lo mantiene económicamente. Inmediatamente sugerí denunciar al vulgar y misterioso hombre. Pero ella me lo impidió por la misma razón que no me había revelado la identidad del abusador.
     Dejé que descansara porque podría sufrir algún ataque emocional. Al día siguiente desayunando antes de ir a la sucursal le comuniqué que no había hecho ninguna denuncia pero le advertí que si no tomaba cartas en el asunto no me quedaría otra opción.  Ella asentó con la cabeza y marchamos. La deje en su casa y le di dos días libres para que descanse y que termine con la situación que la estaba torturando.
     Luego de los dos días de licencia otorgados a la joven llegué al banco antes que nadie para asegurarme de que ella no lo haga primero y poder yo interceptarla. Las horas comenzaron a pasar y ella no arribaba al trabajo. El reloj marcó las diez y mis pensamientos ya eran los peores. La culpa de un posible asesinato estaba comenzando a hacerse más presente. Cuando tomé la decisión de salir en busca de la joven mi asistente me acercó dos cartas. Las dos tenían el nombre de Elizabeth; la primera era de agradecimientos porque gracias a mi se había quitado un peso de encima, renunciando a su cargo en el banco y dejándome en claro que el maldito que la había hecho vivir aquel calvario ya no molestaría más a nadie. La segunda fue la que shockeó mi estado emocional. Si la primera había quitado la culpa la segunda me hizo sentir más culpable aun. La carta era también enviada por Elizabeth Krauwner pero era la invitación al funeral. Al funeral de David Powell.

Martin Mendez

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